20230125

No es nada nuevo que la industria de Inteligencia Artificial, en apariencia la automatización definitiva, precisa de multitud de mano de obra precaria que realice tareas repetitivas para construir sus productos (en especial, el etiquetado de datos).

Que, además, un producto con tanto alcance como ChatGPT precise de trabajadores en Kenya con sueldos muy bajos (aunque, tristemente, quizá dentro del salario del país) simplemente para filtrar los resultados de su modelo, nos demuestra que de momento no es oro toda la IA que reluce:

“Despite the foundational role played by these data enrichment professionals, a growing body of research reveals the precarious working conditions these workers face,” says the Partnership on AI, a coalition of AI organizations to which OpenAI belongs. “This may be the result of efforts to hide AI’s dependence on this large labor force when celebrating the efficiency gains of technology. Out of sight is also out of mind.” 

También sobre IA, tenemos nuevo video del Atlas de Boston Dynamics, esta vez ayudando en la obra. Aunque bueno, como siempre pasa en youtube, la postproducción lo aguanta todo:

“We probably shouldn’t worry about entire construction sites filled with Atlas robots just yet: it still makes plenty of mistakes that are edited out of these videos. Atlas controls lead Ben Stephens said researchers are still a “long way off” from creating humanoid robots that can routinely tackle dirty and dangerous jobs in the real world.”

Los modelos de IA de generación visual están creando beneficios a sus propietarios, pero las y los artistas que crearon los trabajos con los que se han entrenado estos modelos no dieron su consentimiento, ni reciben ningún porcentaje de los beneficios económicos. Por suerte, vemos los primeros pasos legales para revertir esta situación.

“A lawsuit on behalf of a group of plaintiff artists has been filed in the United States District Court for the Northern District of California against three companies: Stability AI, DeviantArt, and Midjourney, over the alleged infringement of the copyright of the artists in the creation of so-called “artificial intelligence” art.”

Algo de arte y bastante de protesta tienen estas intervenciones a anuncios reales de BMW y Toyota, que afean el “greenwashing” de estos fabricantes.

“Tona Merriman, a spokesperson for Brandalism, said: “Toyota have pushed their ‘Beyond Zero’ sustainability adverts whilst lobbying governments around the world to weaken air quality plans and threatening legal action to protect their profits over a livable climate. Their adverts are duplicitous.”

Más artístico e igual de interesante es “El tercer mundo después del sol”, recopilación de ciencia-ficción latinoamericana que edita Minotauro.

“Compilados con gran acierto por el colombiano Rodrigo Bastidas, se suceden los relatos de Jorge Baradit (Chile), Luis Carlos Barragán (también portadista), Alberto Chimal (México), Gabriela Damián Miravete (México), Fábio Fernandes (Brasil), Maielis González (Cuba), Teresa P. Mira de Echeverría (Argentina), Laura Ponce (Argentina), Giovanna Rivero (Bolivia), Juan Manuel Robles (Perú), Solange Rodríguez Pappe (Ecuador), Ramiro Sanchiz (Uruguay), Susana Sussmann (Venezuela) y Elaine Vilar Madruga (Cuba). Una selección de enorme calidad que desde la primera página del primer relato hasta la última del último pone de manifiesto que desde luego se escribe ciencia ficción en Latinoamérica, y que la etiqueta ciencia ficción casa perfectamente con tradiciones diferentes a las anglosajonas —o eslavas, donde se desarrolló la mejor ciencia ficción desde muy temprano”

Y ciencia-ficción también es “Gesta Orbital”, un nano-juego de rol enmarcado en la 12 word rpg jam, un certamen de juegos de rol indies cuyas micro-reglas han de tener exactamente 12 palabras.

Descubrí lo que era la Zanfoña (o Hurdy Gurdy) con el tema de opening de Black Sails, pero lo que hace Guilhem Desq con este instrumento ya es otra liga.