20230111

En esta versión brasileña del cutre-intento de golpe de estado trumpista del 2021, también se repiten factores similares, a saber: un gobernante saliente que se niega a aceptar los resultados electorales, financiación y logística, complicidad de sectores de la policía, y especialmente, la difusión de bulos y retórica neofascista a través de plataformas sociales.

Desde luego, lo que no mejora la situación es que el nuevo dueño de Twitter (del cual hemos presenciado coqueteos más que descarados con la extrema derecha) haya desmantelado en todos los países los equipos de moderación, encargados entre otras cosas de frenar discursos de odio y planificación de la violencia en la plataforma:

“Billionaire Elon Musk, who completed his acquisition of Twitter in late October, fired the company’s entire staff in Brazil except for a few salespeople, said a person familiar with the firings who spoke on the condition of anonymity to describe sensitive matters. Among those fired in early November included eight people, based in São Paulo, who moderated content on the platform to catch posts that broke its rules against incitement to violence and misinformation, the person said. The person said they were not aware of any teams actively moderating rule-breaking content on Twitter in Brazil.”

Este grupo de expertos de la ONU conminaba hace poco a los directivos gestores de estas plataformas sociales a asumir su verdadera responsabilidad para frenar la propagación de discursos de odio.

Mucho me temo que esto caerá en saco roto, como siempre. A vista de los hechos, los propietarios e inversores tech están interesados en lo de siempre: en que pasemos tanto tiempo como sea posible en sus productos, aunque sea a base de que la desinformación y los discursos de odio sigan circulando.

“Llamamos a Elon Musk (Twitter), Mark Zuckerberg (Meta), Sundar Pichai (Google), Tim Cook (Apple) y a los directores ejecutivos de otras plataformas de redes sociales a centrar su modelo de negocio en los derechos humanos, la justicia racial, la rendición de cuentas, la transparencia, la responsabilidad social corporativa y la ética”, emplazaron. 

“Los expertos les recordaron “que la responsabilidad corporativa en materia de justicia racial y de derechos humanos es una responsabilidad social fundamental. Respetar los derechos humanos beneficia a largo plazo a estas empresas y a sus accionistas”.

“Pese a que muchas empresas aseveran que no permiten la incitación al odio, los especialistas señalaron que hay una amplia brecha entre los compromisos de estas compañías con sus directrices y su posterior cumplimiento en las redes sociales.”

No quiero negar que las plataformas sociales también tengan efectos positivos y puedan provocar que cambiemos a mejor, y que causas de justicia social avancen gracias a ellas.

Aunque este articulo apunta a algo muy interesante y que deberíamos reflexionar. El apoyo que hacemos a causas sociales en redes, ¿es activismo, o es más bien auto-imagen? ¿Estamos contribuyendo realmente a esas causas, o estamos diluyendo todavía más la voz de los colectivos minoritarios?

“BLM, the Ukraine refugee crisis, Roe v. Wade, and other urgent social justice issues and movements are being commodified and leveraged to gain social capital. In their wake blazes a trail of neoliberal sentiment that quickly burns out once apps are turned off and phones are tucked away. This is the textbook definition of performative allyship. “

“Instagram offers a podium to speak out as an activist online, but does not offer all voices the same opportunity to be heard. Understanding this unequal footing is vital in knowing how performative allyship may drown out groups that lie at the core of an issue. In choosing to participate vocally online, we should be aware of the space we are taking up. What is our positioning with this issue? Will our message connect with tangible action? Why are we reaching for the social media megaphone in the first place?”

Donde sí que se están jugando la seguridad y la vida por hacer un activismo necesario y extremadamente valiente, es en Irán. Según este artículo, el estado iraní tiene casi preparados nuevos medios tecnológicos para incrementar aún más su brutal represión, con las mujeres en su punto de mira.

No sorprende tampoco que entre sus proveedores tecnológicos hayan compañias chinas, otro de los regímenes más especializados en represión y vigilancia ciudadana constante.

“Mahsa Alimardani, who researches freedom of expression in Iran at the University of Oxford, has recently heard reports of women in Iran receiving citations in the mail for hijab law violations despite not having had an interaction with a law enforcement officer. Iran’s government has spent years building a digital surveillance apparatus, Alimardani says. The country’s national identity database, built in 2015, includes biometric data like face scans and is used for national ID cards and to identify people considered dissidents by authorities.”

“Some face recognition in use in Iran today comes from Chinese camera and artificial intelligence company Tiandy. Its dealings in Iran were featured in a December 2021 report from IPVM, a company that tracks the surveillance and security industry.”

Y para terminar de hablar (por el momento) de plataformas, simplemente apuntar a un hecho muy simple: una corporación que no es capaz de pagar el alquiler sus oficinas, quizá es una corporación a la que no le quedan muchos telediarios.

Aunque bueno, con Elon nunca se sabe: quizá esto es lo que entiende Musk por “negociar”.

“What Elon may be doing by not paying the rent is signaling that he is actually interested in renegotiation of the terms of the lease agreement,” Bornstein said. (The New York Times reported last month Musk is hoping to renegotiate or opt out of some of its office rental agreements.)”

Durante la nefasta gestión de Musk en Twitter hemos podido ver claros ejemplos de algo que, seguramente, hemos sufrido todas y todos en nuestros puestos de trabajo: el Micromanagement.

Este “estilo” de dirección (o desdirección) se caracteriza por tratar al equipo como niños que necesitan instrucciones detalladas y vigilancia constante de sus superiores, en vez de verlos como adultos profesionales, con los conocimientos y competencias necesarios para tomar decisiones de forma autónoma. En este artículo nos dan algunas pautas de cómo reconocerlo, por qué se produce, y algunas vías para transformarlo:

“Nobody likes to be micromanaged. We all know this. Think about the plant in the tight pot: it thrives when it’s moved to a bigger place with more light. The same is true for people. If you don’t believe in the qualities of your teams, they will never thrive and make use of their full potential.”

“This is not only bad for the people but also for business. Unused potential leads to dead ends in innovation and motivation. It will stall growth in the team, the department they are part of, and eventually, the whole organization. Ironically enough, underperformance is what micromanagers fear the most. That is why they are often micromanagers in the first place. They don’t want to underperform or fail, so they think they need to hover over everyone to ensure it doesn’t happen.”

Tenía el ojo echado a Pentiment desde antes de navidades, y por fin empecé este año con este videojuego. Llevaré aproximadamente un tercio, pero ya me tiene entusiasmado.

Es un juego altamente narrativo, con un arte espectacular, basado en las conversaciones y relaciones de personajes, con apenas algún puzzle ligero, y sin ningún tipo de estadística o mecánica adicional. Está diseñado para que no se pueda abarcar todo, y eso convierte cada decisión en algo crucial y determinante para la historia: con quién comes, con quien hablas, a dónde vas. Es una maravilla.

In Obsidian Entertainment’s Pentiment, history is constantly building on itself. When traveling artist Andreas Maler visits the Bavarian town of Tassing, it’s already dealing with class division, liturgical disagreements, and community drama, all influenced by everything from interpersonal conflict to centuries of religious change to the political specifics of the 16th-century Holy Roman Empire. And then the murders begin.”

A mis años descubro de rebote todo un género como el Deathcore, así que el comienzo del año me parece buen momento para la intensidad musical de Lorna Shore.