Esta interesante columna de Judy Estrin pone el dedo en la llaga: el problema no es investigar y desarrollar tecnologías de Inteligencia Artificial. El problema es que, bajo un disfraz libremercadista, los oligarcas tech están estableciendo un sólo marco mental, una narrativa única del papel que debe jugar la IA en nuestra sociedad y de las transformaciones que cause, y que se nos vende como inevitable.
“I have never had such mixed feelings about technological innovation. In stark contrast to the early days of internet development, when many stakeholders had a say, discussions about AI and our future are being shaped by leaders who seem to be striving for absolute ideological power. The result is “Authoritarian Intelligence.” The hubris and determination of tech leaders to control society is threatening our individual, societal, and business autonomy.”
“What is happening is not just a battle for market control. A small number of tech titans are busy designing our collective future, presenting their societal vision, and specific beliefs about our humanity, as theonly possible path. Hiding behind an illusion of natural market forces, they are harnessing their wealth and influence to shape not just productization and implementation of AI technology, but also the research.”
Una de las maneras de evitar lo que se cuenta en el articulo anterior es una regulación efectiva. La nueva legislación IA europea parecía bastante prometedora, pero si finalmente se deja que las propias empresas sean las que decidan si sus tecnologías son o no de riesgo, la regulación servirá de poco.
Otra de las tácticas de estas compañías para distraer a legisladores y público de los problemas reales que causan sus tecnologías IA, es incentivar narrativas sobre “peligros” que son más bien fantasías de ciencia-ficción.
“Last week, Yann LeCun, chief scientist at Meta and joint recipient with Hinton and Bengio of the 2018 Turing Award, called the doomerism “preposterously ridiculous.” Aidan Gomez, CEO of the AI firm Cohere, said it was “an absurd use of our time.”
Others scoff too. “There’s no more evidence now than there was in 1950 that AI is going to pose these existential risks,” says Signal president Meredith Whittaker, who is cofounder and former director of the AI Now Institute, a research lab that studies the policy implications of artificial intelligence. “Ghost stories are contagious—it’s really exciting and stimulating to be afraid.”
Para ser tan potencialmente peligrosas, algunas IAs dejan bastante que desear. Esta compañia, cuyo producto transforma arte 2D a modelos 3D, tuvo que emplear en ciertos momentos a artistas humanos para realizar desde cero el modelado, pagándoles tarifas ultra-precarias, porque los resultados de su modelo IA eran inservibles.
“One of the sources said that Kaedim hired 3D artists from around the world for “24/7 coverage.” Another said that artists were paid per model completed, “so the goal was to complete as many as you possibly could in order to get a higher payout.” That payout was around $1 to $4 per model, they added. They also received a small bonus for accepting the job quickly, they said. Psoma denied this and said all Kaedim team members are on monthly salaries, but did not respond when asked if Kaedim ever paid those sorts of $1 to $4 per model wages in the past.”
El peligro que no es en absoluto ciencia-ficción es la crisis climática que atravesamos. El conocido trabajo de 1972 “The Limits of Growth” predecía los posibles escenarios, nada halagüeños, que ocurrirían si no dejamos de lado la obsesión por crecer. Este reciente estudio demuestra que, a no ser que cambiemos de modus operandi, nos dirigimos con extrema puntualidad a estos destinos.
Por otra parte, está más cerca un potencial tratamiento para la esclerósis múltiple y otras enfermedades autoinmunes. Con esta investigación y con estas tecnologías sí que queremos quedarnos.
Aunque bueno, está visto que los esfuerzos en otros sitios se vuelcan en otros asuntos, como en diseñar “cibercucharas” de helado. Pues eso.
En el nuevo álbum de la banda noruega Kvelertak, “Endling”, no sobra absolutamente ningun tema, ningún riff, ninguna melodia. All Killer, No Filler.