20210119

Antes de que Amazon le cortara el grifo a Parler, la red social que ha estado dando cobijo a diversos grupos de extrema derecha (y, lo que es más grave, a sus planes para cometer atentados), una investigadora se propuso archivar todas las publicaciones posibles del 6 de enero para su posterior análisis. En Gizmodo han recogido 70,000 de esos videos, que al  estar geo-localizados (hay que ser genios) dan como resultado estos “mapas” del vergonzoso asalto al capitolio.

Es natural que en USA estén preguntándose cómo la gente ha podido llegar a estos grados de radicalización. En este articulazo del NY Times, se muestra un patrón común a algunos de los “influencers” con más audiencia entre la extrema derecha: todos pasaron de postear selfies a ser trumpistas furibundos de la noche a la mañana, todos fueron amplificados por los algoritmos de redes sociales, y todos buscaban validación y apoyo en forma de likes y seguidores: “They expressed a desire for connection with others and sought to achieve it online. But their attempts at conventional influencing (via modeling, reality television, running a small business and sharing motivational content) brought only modest attention. It wasn’t until they tapped into an ecosystem charged by hyperpartisan politics that they were able to access the levels of engagement they desired.”

Facebook y Twitter siguen sin reaccionar a la velocidad adecuada contra la facilidad que tienen los trolls anónimos para cometer acoso en sus plataformas. Según el reciente estudio del Centro Internacional de Periodistas encargado por la Unesco, las mujeres periodistas que alzan la voz sobre temas sociales y políticos son uno de los colectivos que más acoso reciben de estos trolls y otros actores políticos.

Una gran ciudad huele a muchas cosas distintas, y este grupo de investigadores han conseguido mapear los olores de Londres, Barcelona, y Nueva York.  

Es tremendamente llamativo cómo, en una sociedad tan colectivista como la japonesa, está surgiendo una nueva cultura de “super-solos” que van por su cuenta al karaoke, a restaurantes, o a cualquier otra actividad. Ser visto comiendo o bebiendo sin compañía podía ser tabú en Japón hace unos años, pero ahora se abren locales especializados para clientes sin compañía  (lo cual no significa que no surjan interacciones y conversaciones entre los clientes): “Japan is a small country, and everybody needs to coexist,” says Motoko Matsushita, a senior consultant at Japan’s largest economic research firm, Tokyo-based Nomura Research Institute. She studies ohitorisama (doing things alone), its origins and its future. “We need to focus on living together in harmony, which is why peer pressure [to do things in a group] has been high.” Matsushita says that along with the rise of social media – the way friend numbers or likes can dictate your value – this led to stifling peer pressure that stigmatised being seen alone. She says the blowback from this and the 24/7 communication culture then fueled the rise of ohitorisama”.

Las carreras de Mechs pueden sonar a anime de ciencia-ficción, pero parece que dentro de poco ya las tenemos aquí. Aunque estos mechs de momento vayan a paso lento (pero seguro).

Cuidado con el Ransomware: ¡los datos de nuestros discos duros ya no son lo único que se puede secuestrar! Pero quizá lo que más me llama la atención de esta noticia es el hecho de que un cinturón de castidad exponga una API conectada a Internet.

Los mandos de consola son también Interfaz/Experiencia de usuario, y aquí nos dan una buena panorámica desde los tiempos del Atari 2600 hasta la actualidad.

¿Que pasaría si juntáramos una banda sonora ochentera a lo John Carpenter con la mascota de Iron Maiden tocando la batería? ¡Pues más o menos, algo así!