20220908

En Twitter algo estaba cambiando: equipos y recursos se estaban destinando a encontrar maneras de ponerle freno al alcance de los bulos de extrema derecha y las campañas de acoso a minorías o mujeres.

Admitiendo que una estrategia de moderación siempre se queda corta a gran escala, otras opciones interesantes se estaban barajando: introducir fricción a la hora de propagar tuits nocivos, o la posibilidad de des-mencionarmos de una conversación (lo cual sí que hemos llegado a tener hace poco).

¿Y cual fue el principal freno que ha dejado paradas o abandonadas muchas de estas iniciativas internas? Por supuesto, la irrupción de Musk y sus payasadas accionariales:

“Before that work could be fully implemented, however, Musk reached an agreement with Twitter’s board to buy the company. Shortly afterward, employees who’d been leading the Moonshot partnership left. And in the months since Musk signed the deal, the health research team has all but evaporated, going from 15 staffers to just two.”

““The chaos of the deal made me realize that I didn’t want to work for a private, Musk-owned Twitter, but also that I didn’t want to work for a public, not-Musk-owned Twitter,” a former employee says. “I just no longer wanted to work for Twitter.””

Al final tenía que ocurrir: alguien ha presentado una ilustración generada con una IA y ha ganado un premio. Como ya comentaba la semana pasada, es normal que artistas e ilustradoras estén que trinan: estos modelos se han entrenado con su trabajo, sin retribución alguna, sin su consentimiento, y además los resultados de estas IAs pueden llegar a sustituirles profesionalmente en el futuro.

“Artists are concerned about the rise of AI-generated art. Atlantic writer Charlie Warzel went viral after running an edition of the magazine’s newsletter with a Midjourney-generated picture of Alex Jones. A major publication using AI for art instead of a human upset a lot of people. “Technology is increasingly deployed to make gig jobs and to make billionaires richer, and so much of it doesn’t seem to benefit the public good enough,” cartoonist Matt Borrs told Warzel in a follow up piece. “AI art is part of that. To developers and technically minded people, it’s this cool thing, but to illustrators it’s very upsetting because it feels like you’ve eliminated the need to hire the illustrator.”

Esto no es un pato

Como también he comentado muchas veces en esta newsletter, la idea de “IA neutral” es una mera fantasía. Las IAs incorporan de serie los sesgos de las personas que las construyen, y de las sociedades con cuyos datos se entrenan. Y eso, como este artículo explica muy bien, son muchos sesgos.

Las recientes declaraciones de Macron sobre una próxima era humana de decrecimiento y los movimientos de la comisión europea para renunciar a sus propios dogmas libremercadistas en relación al precio de la energía son señales de un futuro que tenemos muy próximo. El problema no es tener que decrecer (no tenemos otra para sobrevivir): la cuestión es si decreceremos todos juntos, o si pagaremos los excesos de corporaciones y super-ricos decididos a seguir viviendo a todo trapo.

“¿Qué nos está diciendo Macron con la cabeza gacha y rehuyendo la mirada? Lo que nos está diciendo es que el experimento neoliberal, que nos ha atenazado desde el There is no alternative de Thatcher y Reagan de principios de los años 80, ha fracasado. Ha fracasado estrepitosamente. Y ha fracasado porque no hay gas suficiente, no hay diésel, fallan las cosechas por la combinación de un cambio climático desbocado con la falta de fertilizantes, y encima, a la Francia muy nuclear y mucho nuclear, le falla su núcleo: en este momento, 31 de las 57 centrales nucleares francesas están paradas, y la mayoría lo estará por largo tiempo. El invierno del 2022 será durísimo en Francia, el país que dio origen a las ideas decrecentistas. El modelo del crecimiento infinito en un planeta finito no podía funcionar, y no ha funcionado. Pero la mirada de Macron dice más, mucho más. Está diciendo: “Y esto va a recaer sobre vuestras espaldas”.”

Hablando de super-ricos y sus fantasías, este extracto del nuevo libro de Douglas Rushkoff retrata muy bien la obsesión de algunos billonarios por “prepararse para sobrevivir” al colapso de la civilización. Colapso provocado por el crecimiento insostenible con el que ganan dinero, y dinero que se gastan en intentar sobrevivir al colapso. Genios.

Aunque me temo que por mucho que se gasten en bunkers con piscina y ejércitos privados, a la larga el Jackpot (término Gibson) nos va alcanzar a todos por igual, a no ser que cooperemos y nos ayudemos mutuamente.

“What I came to realise was that these men are actually the losers. The billionaires who called me out to the desert to evaluate their bunker strategies are not the victors of the economic game so much as the victims of its perversely limited rules. More than anything, they have succumbed to a mindset where “winning” means earning enough money to insulate themselves from the damage they are creating by earning money in that way. It’s as if they want to build a car that goes fast enough to escape from its own exhaust.”

En una nota positiva, es posible que el caparazón de los crustáceos contenga un electrolito que haga mucho más eficientes las baterías electricas. ¡Pilas de cangrejo en todas partes!

Y dado que el viernes y el final de la semana laboral ya están cerca, no se me ocurre mejor forma de celebrarlo que el nuevo tema de The Midnight.