20210622

Esta entrevista con el neurocientífico David Eagleman es super interesante: desde contar que ya es hora de desmontar la metáfora del cerebro como “ordenador” (porque es más bien una red poco jerárquica cuyos “territorios” se reconstruyen continuamente), a algo de sano escepticismo con el Neuralink de Mr. Musk: “The mythology of Neuralink is that this is something we can all use to interface faster with our cellphones. I’d certainly like to text 50% faster, but am I going to get an open-head surgery? No, because there’s an expression in neurosurgery: when the air hits your brain, it’s never the same.

Si se nos ocurre alguna manera para hacer nuestro lugar de trabajo más distópico o deshumanizante, probablemente en China ya estén haciendo los primeros ensayos. En este caso, las salas de reuniones de las oficinas chinas de Canon solo dejan entrar a los empleados que sonrían: ¡ya sabemos que odias estar aquí, pero encima tienes que poner buena cara!

Me siento 100% reflejado en los casos millenials relatados en el artículo: al menos en el ámbito laboral, el teléfono es una de las maneras mas ineficientes de gestionar la comunicación, y en muchos casos, un claro signo de que respetamos poco el tiempo de los demás. Ahora sí, no comparto lo que dice de las videollamadas: prefiero mucho más tener parte de la comunicación no verbal (aunque sea a trompicones o a baja resolución) que estar privado de ella (como en el teléfono): “Para la gente de la edad de Cecilia no hay forma de comunicación más ineficiente que una llamada telefónica. Los jóvenes las evitan porque temen que se alarguen hasta el infinito, ya que no entienden sus dispositivos como artefactos diseñados para conversar horas y horas. Tampoco les gusta que la melodía o la vibración del móvil interrumpa sus actividades. Es más: llegan a considerarlo un gesto de prepotencia por parte del interlocutor, que impone su deseo de hablar sin importar que al otro le venga bien (o le apetezca) responder.”

Como se explica muy bien en este artículo, la época que nos ha tocado vivir es producto de la profunda creencia en que la habilidad para decir algo convierte en verdad lo que se está diciendo. Y retórica y verdad son, desde siempre, hechos independientes: “Stupidity is saying two plus two equals five. Elevated Stupidity is doing the same thing, except you invoke Pythagoras, decry cancel culture when someone corrects you, then get a seven-figure book deal and a speaking tour out of it. (…) Elevated Stupidity stems from the idea that being good at arguing is the same thing as being correct. That rhetorical skill—or at least a degree of big debate-club energy sufficient to wear out one’s opponent—is the equivalent of intelligence. If being a good arguer is the same as being smart or correct, then do you know who is the smartest, correct-est person in history? Every Scientologist.”

En 10 años, la narrativa de Silicon Valley en los medios ha pasado de glorificar a los “genios frikis” que cambiaban el mundo desde el garaje a reflejar un poco mejor la realidad de un cortijo poco abierto a los no privilegiados, proclive a las burbujas especulativas, y en los que se pueden encontrar más casos de desigualdad, explotación, sexismo, racismo, fraude, o violaciones de privacidad de los que cabría esperar.

Ahora Silicon Valley comienza a reinventar su propia narrativa para pasar el foco de la “Disrupción” a la “Construcción”. Queda por ver si esto resultará en un cambio real de paradigma con startups más sostenibles y enfocadas en resolver problemas relevantes, o si todo se va a quedar en un lavado de cara más: “For an ontologically—perhaps pathologically—future-facing industry, anything looks possible; it has to. Through networks of wealth and political power, or through storytelling, Silicon Valley entrepreneurs and investors may actually succeed in ushering in a new era of transparent, trustworthy institutions and gleaming, functional infrastructure. And yet, amid the updated rhetoric, it can be easy to forget that venture-funded companies have always been trying to envision the banks, health-care systems, schools, postal systems, and newspapers of the future. To date, they have been only somewhat successful—and sometimes destructive. “Building” would be a new story. But it might not be new enough.”

Cada vez se hace más necesario poder reciclar baterías eléctricas (o al menos, los metales que las componen), pero el proceso es demasiado costoso en energia y emisiones. La posible solución a estos problemas son unas pequeñas bacterias “mineras”: “Bioleaching, also called biomining, employs microbes which can oxidize metal as part of their metabolism. It has been widely used in the mining industry, where microorganisms are used to extract valuable metals from ores. (…) My colleagues and I in the Bioleaching Research Group at Coventry University have found that all metals present in EV batteries can be recovered using bioleaching. Bacteria like Acidithiobacillus ferrooxidans and other non-toxic species target and recover the metals individually without the need for high temperatures or toxic chemicals.”

Como en otras ocasiones, gracias a Revista Cactus descubro a Merzbow (el Rey Japonés del Ruido). Aunque su material es demasiado vanguardista para mí, esta colaboración con la banda Boris (en la que aun se perciben los vestigios de una canción “normal”) está muy interesante.