20210505

La situación de desastre total que está pasando India sin duda se debe a haber permitido demasiado pronto reuniones multitudinarias en mítines o celebraciones religiosas, con una cierta euforia inconsciente causada por el buen ritmo de vacunación.

Pero hay otro factor menos visible: la demolición paulatina durante las últimas décadas de la sanidad pública, que ha derivado en un sistema hospitalario puntero para hiper-ricos, y un sistema público muy precario que se ha derrumbado rápidamente en la ola actual: “World-class private hospitals catered to wealthy Indians and medical tourists from abroad; state-run facilities were for the poor. Those with money were able to purchase the best available care (or, in the case of the absolute richest, flee to safety in private jets), while elsewhere the country’s health-care infrastructure was held together with duct tape. The Indians who bought their way to a healthier life did not, or chose not to, see the widening gulf. Today, they are clutching their pearls as their loved ones fail to get ambulances, doctors, medicine, and oxygen.”

¿Nos debería servir de aviso?

En un mundo en el que las plataformas y corporaciones tecnológicas pueden influir más en los estados que ciudades, o gobiernos regionales (e incluso algún gobierno no tan regional), comienza a gestarse una “diplomacia digital”: una nueva relación entre ciudades, regiones, ONG’s, y corporaciones, que ojalá sirva para que lo público y la sociedad civil intervengan más en la co-gobernanza de la tecnología: “En definitiva, empresas multinacionales, oenegés, ciudades y gobiernos regionales buscan un papel cada vez más activo en el diseño, toma de decisiones e implementación de la gobernanza tecnológica. (..) Subirse al tren de la digitalización también es hablar de nuestro contrato social. La fractura económica y social, el auge del populismo y el ensimismamiento digital individualizador son una llamada de atención para sentar a todas las partes en una misma mesa y empezar a trabajar en la formulación de un nuevo contrato social para la era digital.”

Ha sido tremendamente decepcionante presenciar durante la semana pasada el comportamiento de la dirección de Basecamp. Aparte de haber fundado Basecamp y parido Ruby on Rails, Jason Fried y David Heinemeier Hansson son dos empresarios ampliamente conocidos por su estridente activismo y muy públicas opiniones sobre política, sociedad, los excesos de Silicon Valley, la adiccion tóxica al capital riesgo (aunque tengan de inversor a Jeff Bezos desde 2006, hum), la diversidad en las empresas, el trabajo en remoto, la gestión de equipos, o las tácticas monopolistas de Apple. Tanto, que les ha dado para escribir 5 libros (yo tengo 2 de ellos), o para ceder sus oficinas como cuartel de campaña del candidato demócrata de Chicago. Hasta aquí, todo bien.

Pero cuando empleados han afeado una conducta interna algo racista y han debatido sobre el problema, los dos fundadores han reaccionado como auténticos man-child y han prohibido súbitamente “toda discusión sobre temas sociales o políticos” entre empleados, por “distraernos de nuestra misión y ser polarizantes“. Traducción: “calladitos, que aquí se viene a trabajar”. Menos los jefes, que ya opinan de lo que quieran.

El resultado: una carta abierta de una de las empleadas es viral, la comunidad dev en twitter les pone a caer de un burro, y en menos de dos días, más de un 25% de empleados abandonan la empresa, y muchos otros empleados cuentan cada vez más detalles.

Menos mal que existen otras formas de concebir empresas y colaboración. Este pequeña “poemización” del espíritu cooperativista sobre el que se construyó el Grupo Mondragón muestra muy bien lo posible que es trabajar de otra forma distinta: “At least I wil know / The Work that I do / Will not just result / In having a few / Who already are rich / Get even richer!”

Este año es el centenario del nacimiento de uno de los escritores más importantes del siglo XX (¡al menos, para mí!), y uno de los que mejor imaginó el futuro: Stanislaw Lem. Este articulo recoge muchas de las razones que hacen su obra tan especial, y también repasa la excelente labor que llevan haciendo en Impedimenta durante los ultimos años para editar mucho de su trabajo inédito en nuestro país.

Y hablando de Futuros, así se imaginaban en 1890 “la vida eléctrica”. Quizá se acertase poco o mucho, pero todas estas ilustraciones son oro puro.

Y quizá otra clase de kilates, pero oro sin duda, son los chicos de TWRP. Yo, al menos, necesito este tipo de canciones tanto como we “need each other”.