20210104

2020 ya se ha terminado (por fin), y como se apunta en este artículo, una de las cosas que cambiaron durante el año pasado fue el supuesto “rol neutral” de las plataformas sociales. En un año donde la desinformación y los bulos camparon a sus anchas y fueron más dañinos que nunca debido a la situación sanitaria, las plataformas se vieron obligadas a abandonar la ficción de la red social como actor neutral, y a desplegar estrategias de fact-checking y moderación de contenidos (aunque unas mas tarde que otras). Que los tuits del (próximamente-ex)Presidente de los Estados Unidos fueran los que desencadenaran este cambio sólo empieza a indicar lo mucho que las plataformas han dejado que las cosas se vayan de madre.

En este orden de cosas, la negativa de la dirección de Facebook a “moderar” el contenido del propio Presidente, junto a su largo historial de hacer la vista gorda con QAnon y otros grupos supremacistas, fue sin duda la más polémica. Aunque a última hora (y a la vista de los resultados electorales de USA) Facebook ha decidido rectificar, en este artículo de The Atlantic se perfila muy bien por qué la plataforma, debido a su estrategia de hiper-crecimiento, se ha auto-transformado en un producto que puede ser perjudicial para la humanidad en su conjunto: “The cycle of harm perpetuated by Facebook’s scale-at-any-cost business model is plain to see. Scale and engagement are valuable to Facebook because they’re valuable to advertisers. These incentives lead to design choices such as reaction buttons that encourage users to engage easily and often, which in turn encourage users to share ideas that will provoke a strong response. Every time you click a reaction button on Facebook, an algorithm records it, and sharpens its portrait of who you are. The hyper-targeting of users, made possible by reams of their personal data, creates the perfect environment for manipulation—by advertisers, by political campaigns, by emissaries of disinformation, and of course by Facebook itself, which ultimately controls what you see and what you don’t see on the site.”

Dentro de la estrategia de “blanqueo” de estas corporaciones, el mes pasado también asistimos a situaciones absurdas como la de Google y la Doctora Timnit Gebru. Google contrató a esta investigadora en ética de Inteligencia Artificial para garantizar las buenas prácticas en su I+D. Cuando la investigadora escribió un paper llegando a la conclusión de que gran parte del modelo de negocio de Google es anti-ético y perjudicial para la sociedad y el medio ambiente, simplemente la despidieron. Un clásico.

No sólo no tenemos una “soberanía de datos” personal frente a las plataformas: es que los estados y los servicios públicos tampoco la tienen. Por eso, cuando necesitan datos estadísticos, han de adquirirlos a empresas. Si ahora mismo ya estamos así, ¿en que situación va a quedar la balanza de lo público vs. privado en el futuro?

Al conocer que los futuros de agua van a pasar a cotizar en mercados, es difícil no acordarse de las declaraciones del ex-CEO de Nestlé, donde indicaba que considerar el acceso al agua como un derecho humano fundamental era “radical y extremo” y que el agua debe considerarse un recurso económico de mercado. Como, hasta donde yo sé, el agua es necesaria para vivir, según esto quizá nuestro derecho a vivir es, en realidad, derecho a consumir.

El uso de “paywalls” se está extendiendo en los medios digitales. Aunque es un paso natural y comprensible en un modelo de negocio de subscripción, en este artículo se apunta muy acertadamente a un posible escenario futuro que es bastante preocupante: si el acceso a periodismo profesional depende del poder adquisitivo, la mayoría de gente solo podrá suscribirse como mucho a un medio (con la consecuente falta de contraste informativo), o directamente a ninguno (consumiendo medios gratuitos donde la desinformación y las fake news camparán a sus anchas): “In other words, the news sites that do extensive reporting will be expensive, while the “news” sites that churn outrage and spin tales of secret pedophile cabals remain cheap; and the cost of the former could send unsuspecting consumers towards the latter. Paid news may come to resemble the pre-internet news landscape, but now every digital corner will have a modern John Birch Society hawking free stories about communists poisoning the water supply.”

Justamente en el artículo anterior se pintaba un escenario para el periodismo de pago similar al de las plataformas audiovisuales, lo cual comporta consecuencias en el ciclo de vida de los contenidos que la propia industria del cine ya está comenzando a acusar: “Cada vez vemos más cosas pero, como mueren tan rápido (más aun con los cambios en la política de estrenos), asimilamos, retenemos y recordamos menos que nunca. Muchas series y películas se lanzan con un despliegue extraordinario, a modo de impactos esplendorosos que nos obnubilan… durante unos días. Pero a las tres semanas ya nos hemos olvidado de ellas. Su recuerdo dura tanto como las vallas o los carteles que las anuncian en fachadas, marquesinas y autobuses. Y no es porque en realidad no sean buenas, que muchas veces lo son. Es porque cuando deberíamos estar pensándolas o reposándolas, ya estamos en otra cosa.”

Los robots de Boston Dynamics bailando molan mucho y dan cosica a la vez. Aunque quizá se deberían haber considerado otras opciones musicales.

El futuro era esto: un videojuego vendido con una campaña de marketing que creó unas expectativas que eran imposibles de cumplir, y que no ha resistido el contacto con la realidad: “Inside CD Projekt Red, it was a very different story. Developers were increasingly concerned with some of the grand promises being made by management on the promotional marketing tour. Far into the game’s development, former employees said, the hyper-customizable and endlessly explorable world being sold to players was nowhere close to manifesting.”

A traves de Revista Cactus descubrí el trabajo de Flat Erik / Erik Urano. Esto ya me suena más a Night City.