20220112

Tengo mucho respeto a Brian Eno como artista y músico, y tras leer esta entrevista en la que da su opinión sobre la cripto-burbuja de los NFTs, todavía más:

“Much of the energy behind crypto arises from the very strong need that some people feel to operate outside of a state, and therefore outside of any sort of democratic communal overview. The idea that Ayn Rand, that Nietzsche-for-Teenagers toxin, should have had her whacky ideas enshrined in a philosophy about money is what is terrifying to me. But I still don’t really understand what it is they think they’ve done. Maybe I just don’t get it!”

“I’ve been approached several times to ‘make an NFT’. So far nothing has convinced me that there is anything worth making in that arena. ‘Worth making’ for me implies bringing something into existence that adds value to the world, not just to a bank account. If I had primarily wanted to make money I would have had a different career as a different kind of person. I probably wouldn’t have chosen to be an artist. NFTs seem to me just a way for artists to get a little piece of the action from global capitalism, our own cute little version of financialisation. How sweet – now artists can become little capitalist assholes as well.”

En otro orden de cosas, ya tenemos más cerca el poder cambiar el coche de color según nos convenga. Aunque, como este prototipo está basado en la misma tinta electrónica que podemos tener en un lector de ebooks, los colores disponibles son blanco, negro, y las varias escalas de grises.

Aparte de la estética, las aplicaciones también pueden ser interesantes para, por ejemplo, controlar la temperatura (y que nuestro coche sea blanco en las horas del día más calurosas, reflejando más luz).

Un año más, y la sensación es, en parte, la de estar en el mismo sitio. Aunque la vacunación ha sido y sigue siendo la solución, aun no hemos llegado al pico de una sexta ola de contagios tremenda (cuyos efectos todavía están por cuantificar) y ya estamos sentenciando que esto es el coletazo final de la pandemia, o dando por hecho que ya podemos gestionarla como si fuera una gripe. 

Mientras tanto, en Euskadi la ocupación hospitalaria ya está a niveles de los peores momentos de Enero de 2021 , y la OMS prevee que el 50% de europeos se contagiarán en los próximos dos meses. En vez de estar continuamente proclamando cada 6 meses que ya hemos vencido al virus ¿no será más útil, realista, y ético, admitir que este problema es muy complicado y que es difícil saber qué va a pasar? Por lo menos, así lo creen los expertos que firman este artículo:

“Sería un error pensar que el advenimiento de ómicron nos acerca al final de la pandemia, o que es una “bendición disfrazada”. Esta forma de pensar traduce sin duda la fatiga acumulada en estos dos años y el legítimo deseo de ver superada de una vez por todas esta situación tan difícil. Sin embargo, no pasa de ser un ejercicio de “wishful thinking” que no toma en consideración la verdadera situación mundial de la COVID-19 y que sobresimplifica los hechos.”

“En definitiva, la evolución de la pandemia en 2022 será consecuencia de la capacidad de respuesta que seamos capaces de articular en clave española, europea y mundial. También, de nuestro comportamiento individual y social en la aplicación de las medidas que sabemos que funcionan. Y, por supuesto, de la capacidad de las autoridades sanitarias y los poderes públicos estatales, autonómicos y locales para anticiparse a los acontecimientos y adoptar de forma consistente y coordinada las medidas de salud pública necesarias tal como ya hacen varios países europeos. Sobre esto último, la experiencia de 2021 no nos permite por desgracia ser muy optimistas. “

La premisa que se relataba en el cómic “Una historia de violencia” de 1997 (adaptada al cine en 2005 por Cronenberg), a día de hoy es un poco más complicada de llevar a cabo. Y la “culpa”, en este caso, es de Google Maps.

Y gracias a las plataformas, también es posible que la Steel House de Robert Bruno, quizá más obra de arte que vivienda, pueda convertirse en un alquiler turístico años después de su muerte. En este artículo se relata la historia de Bruno, del edificio, y los esfuerzos de los entusiastas de la arquitectura para que la casa se siga valorando como la obra de arte que es, y no termine siendo un Airbnb más.

In a Texas Country Reporter interview recorded near the end of his life, Bruno said, “It would have been a lot easier to have a master plan from the beginning, but it wouldn’t have been better, just different, okay? Easy isn’t the only thing that matters, and if easy really mattered very much to me, I sure as heck wouldn’t be doing this. This is about spiritual values. The objective was not to move in and have a place to live; I can do that anywhere. The objective was to do something.” 

“I cannot imagine he would have someone not educated in architecture or art putting in a curtain for the sake of renting it out. For me, it’s just heartbreaking to see this slipping through my hands like water through a sieve.” Martinez is similarly despondent: “Now it’s being treated like a motel, and I think that’s wrong, ethically wrong. If I was a millionaire and I had the money, of course I’d buy it. But it sure as hell wouldn’t be for an Airbnb.” 

Sin querer serlo, los retratos de Sam Onche me parecen más cerca de las novelas de William Gibson que todo lo que acompaña a Cyberpunk 2077 (el videojuego, y el juego de rol).

Y un toque entre cyperpunk y gótico tiene este tema nuevo de IRYS, que salió a finales del año pasado y que todavía no había tenido la oportunidad de recomendar.