20200909

En una de nuestras primeras recopilaciones ya recogíamos el artículo “Survival of the Richest”, donde Douglas Ruckhoff ya relataba como una sesión con inversores y emprendedores Tech sobre tendencias futuras a la que le invitaron resultó ser más bien un consultoria sobre como aquellos ricos podian “protegerse para sobrevivir al apocalipsis”: “I find it hard to believe this group of successful technology investors and entrepreneurs were really paying me for legitimate survival strategies so much as to serve as a kind of dungeon master for their fantasy role-playing session. The conversation was almost a form of theater dedicated to developing their collective, mutually reinforcing fantasy.”

En esta nueva continuación de ese artículo, Douglas Ruckhoff reflexiona sobre cómo la pandemia ha acelerado ese comportamiento que vio en aquella sesión (la casi-esperanza de que haya un apocalipsis para que los pudientes pudan aislarse de la gente común) y como, también nosotros, en mayor o menor medida, estamos replicando esas narrativas usando la Covid-19 como excusa: “No matter how many mutual aid networks, school committees, food pantries, race protests, or fundraising efforts in which we participate, I feel as if many of those privileged enough to do so are still making a less public, internal calculation: How much are we allowed to use our wealth and our technologies to insulate ourselves and our families from the rest of the world? And, like a devil on our shoulder, our technology is telling us to go it alone. After all, it’s an iPad, not an usPad.”

Mientras, la tecnología que, en parte, alimenta la fantasía de poder aislarnos y sobrevivir individualmente a crisis como la actual, también está dando lugar a situaciones como ésta. Ya no estamos compitiendo por un puesto de empleo, con su seguridad social, y con una serie de garantías: estamos compitiendo entre nosotros (de formas tan peregrinas como colgar móviles en árboles cerca de los centros de reparto de Amazon) por tener uno o dos repartos de comida/mercancía al día.

Si durante este verano habéis explorado en Instagram algunas ubicaciones vacacionales, habréis encontrado en los resultados de búsqueda muchas fotos de gente (atractiva) y muy pocas de las ubicaciones en sí. En este artículo se refexiona sobre si esto es por nuestro uso de Instagram, por el algoritmo, por las personas y organizaciones que crean el algoritmo, o por todo a la vez.

Parece que Animal Crossing es lo que fue Second Life por allá en 2007.

Debido al declive de audiencia en las religiones organizadas tradicionales, los “consultores de divinidad” han encontrado un nuevo nicho de mercado: las empresas y startups preocupadas por la “experiencia ritual y espiritual” de sus empleados y clientes. Con todo su cuajo.

Nos imaginábamos lo de Uber Eats con vehículos autónomos de otra manera, la verdad.

¿Os acordáis de Blink 182? (ya estamos otra vez dando la brasa con nostalgia de los 90). Su bajista, Mark Hoppus, tiene un proyecto paralelo (más electrónico pero igual de catchy) que se llama Simple Creatures y no está mal.