Esta turbia historia de bunkers militares, proveedores de hosting, Dark web, cibercrimen, y cómo no, narcotráfico, es casi como el Tiger King de los servidores. ¡Disfruten!
En un artículo de William Gibson en 1993 sobre Singapur para Wired, el padrino del Cyberpunk llegaba a escribir que la ciudad era “como Disneylandia, pero con pena de muerte”, o que la ciudad era “micro-dirigida por un estado que tiene el look-and-feel de una gran corporación”. En este artículo, la autora Jerrine Tan (sigapurense que reside actualmente en USA) dibuja la evolución de la ciudad-estado desde entonces, pintándonos un estado hiper-capitalista en el que decrecen las libertades y en el que se arrasan sin miramiento reservas naturales para construir los macro-bio-edificios “verdes y sostenibles” del futuro.
Acutalmente asistimos a una paradoja laboral: si el avance tecnológico ha mejorado la eficiencia y la productividad, ¿por qué las jornadas laborales son cada vez más maratonianas y trabajamos más y más horas a la semana? Y aún más: ¿por qué este fenómeno se da especialmente en profesiones de “conocimiento” (white-collar jobs), y especialmente entre el 20% que más gana de estos sectores, mientras que las profesiones industriales (blue-collar jobs) han sabido defender horarios y jornadas mucho más racionales?
En este artículo se apuntan a varias razones interesantes, entre ellas el hecho de que no todo el tiempo en estas profesiones está dedicado a producir valor, y el cambio que hemos sufrido en nuestra disponibilidad “gracias” al online: “The fact that employees are now always reachable eliminates what was once a natural barrier of sorts, the idea that work was something that happened during office hours or at the physical office. With no limits, work becomes like a football game where the whistle is never blown.”
El problema de organizar comunidades en base a estructuras de autoridad, es que se producen situaciones tan sangrantes como que se censure contenido relacionado con las protestas tras la muerte de George Floyd en un grupo de Facebook formado precisamente para otra minoría que tiene que también tiene que batallar día a día por sus derechos: las madres en trabajos tecnológicos.
Quizá también tenga algo que ver que la administradora en jefe de dicho grupo de Facebook trabaje como directora de producto para (sorpresa) Facebook Groups. ¿Será que tendemos a replicar en el resto de ámbitos de nuestra vida las mismas estructuras que vivimos en el día a día?
Con el crecimiento actual de población y de consumo de carne, está claro que no tenemos espacio en la biosfera para que todo el ganado necesario pueda pastar, y mucho menos para que puedan funcionar las explotaciones intensivas (feedlots) a base de piensos. En este artículo se exploran algunas alternativas que quizá se conviertan en comunes en el futuro, como la carne clonada de laboratorio, o la hamburguesa a base de harina de bichos. Ya se nos hace la boca agua.
En esta columna se resumen muchas de las razones por las que creo que Halt and Catch Fire es de la television mejor escrita y actuada de los últimos 10 años: “Porque aunque Halt and Catch fire es una serie de “tema” es, sobre todo, una serie de personajes, y más aún, de relaciones entre estos personajes. De lo difícil que es que la amistad o el amor sobrevivan cuando se comparte despacho. De lo que significa tener como único talento reconocer el talento ajeno; o de no saber convertir ese talento en dinero si no es con pactos fáusticos. De tener que estar reinventándose cada cinco años. (…)
Todo parecía posible en aquella primera internet, y no existía aún un futuro predeterminado de influencers de Instagram y algoritmos que supieran cómo modular nuestras opciones políticas, de consumo, e incluso afectivas y sexuales. Probablemente ese futuro nunca estuvo en las cartas, pero en Halt and Catch Fire vemos cómo lo que parecen ser pequeñas decisiones –hacer que un ordenador hable, construir otro a partir de piezas genéricas– alteran no sólo una industria sino toda la sociedad.”
Ya sé que esta entrevista no tiene nada que ver con tecnología, ni con el futuro, pero no me he resistido a enlazarla porque en ella, Leland Sklar (bajista legendario con más de 2.000 discos y 30.000 temas grabados a sus espaldas para, entre otros, James Taylor, Phil Collins, o Toto) da verdaderas perlas sobre el rol del bajista en el escenario y en el estudio: “‘I really admire all your facility and your dedication but the one thing I hardly see anybody doing in any of these video’s is play a song. They’re just slapping as fast as they can and doing this technical stuff that really doesn’t get you a job. It maybe impresses your family and your friends but no-one is gonna hire you for this stuff.’ So you gotta let the song tell you what it wants and if it’s a simple part, play it simply. Just support the song. If it’s fusion or something like that, you get called to do a project, you wanna have the chops to do it. But I really let the song tell me what it wants. That to me is the most critical thing.”
Lo bueno de ese puzzle es que da igual cómo lo montes: todos los pequeños vecinos de su interior seguirán sufriendo la bota de un estado policial autoritario de europa del este.
Claudio Simonetti ha re-formado la banda de rock progresivo Goblin, que en los 70 dieran maravillas como la banda sonora de la película de terror Profondo Rosso, bajo la marca “Claudio Simonetti’s Goblin”, y está lanzando material original nuevo.