Lo que comenzó siendo una forma un tanto naif de ofrecer un dispositivo móvil con mayor privacidad (blackberries modificadas con mensajería cifrada por PGP y sin GPS ni micrófono) acabó convirtiéndose en una red de comunicaciones que daba soporte a buena parte del crimen organizado y narcotráfico en Australia y California (o incluso al cártel de Sinaloa).
Y ésto es sólo el principio del culebrón que relata este artículo (operación policial internacional incluída): puro estilo Tiger King.
Entre el hallazo confirmado de agua y la futura red de 4G, la Luna se está quedando lista para amueblar.
Como se apunta en este artículo, la brecha de género en puestos directivos no es tanto porque falten mujeres cualificadas, si no porque sobran hombres poco cualificados que ocupan las capas altas de jerarquía.
Todo se debe a nuestra afición a confundir dos cosas que no tienen nada que ver: confianza y competencia: “The main reason for the uneven management sex ratio is our inability to discern between confidence and competence. That is, because we (people in general) commonly misinterpret displays of confidence as a sign of competence, we are fooled into believing that men are better leaders than women. (..) The paradoxical implication is that the same psychological characteristics that enable male managers to rise to the top of the corporate or political ladder are actually responsible for their downfall. In other words, what it takes to get the job is not just different from, but also the reverse of, what it takes to do the job well. As a result, too many incompetent people are promoted to management jobs, and promoted over more competent people.”
Esto ocurrió en 2019, pero me acabo de enterar ahora y me parece extremadamente importante. Tenemos aquí, nada más y nada menos, que lo que se nos contaba en Matrix. Sólo que con vacas en vez de humanos, y con nosotros en vez de las máquinas.
Las marcas, o la gente en general, está abandonando por fin la fiebre de los likes como indicador de “influencia”, y el foco vuelve a lo único que siempre existió: la conexión de alguien con su audiencia, y la honestidad que esta audiencia percibe en esa relación.
También es muy curioso ver, en esta hiper-aceleración que ya hemos asumido como nuestro día a día, cómo modelos de interacción que apenas tienen 10 años son ya considerados como el “pleistoceno”: ” De esta manera, a juicio de María Serrano los “me gusta” de Facebook pertenecen al “pleistoceno”. Y, de paso, se pregunta hasta qué punto, se puede virar de orientación o recuperar públicos perdidos desde el punto de vista generacional. “No hay más que ver lo que está ocurriendo con Reels”,opina Serrano. “Zuckerberg la ha creado con la idea de recuperar a los jóvenes que se han ido a Tik Tok, pero lo que está sucediendo es que está siendo usada por los mismos usarios que ya tenía Instagram. Acabaremos viendo prácticamente idéntico contenido que antes, pero en vídeo: paisajes, viajes…”.
Dos de los máximos responsables de los ritmos de los 80 (la caja de ritmos Roland TR8080 y el sinte de bajo TB-303), recreados con html y javascript, listos en el navegador para que no paremos de crear.
La semana pasada terminó Lovecraft Country, y aunque tiene sus disparates, en general es muy entretenida y creo que combina con bastante tino homenajes Pulp y reflexiones sociales. Por supuesto, si no has terminado la primera temporada, no has de leer este artículo, porque contiene SPOILERS desde el momento cero.
Si algo está caracterizando a esta última década, es nuestro alarmante retorno al culto a la personalidad (si es que alguna vez lo habíamos abandonado del todo). Living Colour ya nos lo estaban advirtiendo desde finales de los 80.