20200205

La semana pasada me comentaron que me había salido una recopilación demasiado catastrofista (lo que admito totalmente), y me di cuenta de que era ahora mismo encuentro muy difícil ser optimista cuando reflexiono sobre tecnología y su impacto en nosotros. Quizá porque el control de muchas de esas tecnologías reside en estados y corporaciones, pero no exclusivamente por eso.

En este artículo-entrevista con William Gibson (cómo no) se habla justamente de eso: cómo de forma cultural y colectiva hemos perdido la fe en un futuro “brillante” para la humanidad apoyado en el progreso tecnológico: “In my childhood, the 21st century was constantly referenced,” he said. “You’d see it once every day, and it often had an exclamation point.” The sense, he said, was that postwar America was headed somewhere amazing. Now that we’re actually in the 21st century, however, the 22nd century is never evoked with excitement. “We don’t seem to have, culturally, a sense of futurism that way anymore,” he said. “It sort of evaporated.”

Y aunque, como decía antes, no tenemos mucho control sobre las tecnologías que usamos, todavía hay formas maravillosas de hackearlas. Y encima no hace falta ser Mr. Robot y escribir mucho código en una terminal: basta con ser ingenioso. Como he leído por ahí: “El Mapa no es el Territorio”.

Ya tenemos mini-conglomerados “programables” de células: uniendo células cardiacas (que se contraen y expanden continuamente) con células “normales”, se puede conseguir que estos pequeñines se muevan con cierta pauta predifinida hasta que se les agote las reservas de energía: una especie de pequeña máquina de Mealy/Moore. Habrán consecuencias buenas y malas, pero van a ser alucinantes.

El país con más cámaras por metro cuadrado ha dado su paso natural: extraer patrones de todas esas imágenes, y hacer que sean “andantes” (con agentes de policía con mini-cámara al hombro). Este artículo deja muy en entredicho que se incremente la seguridad ciudadana y las detenciones gracias a este sistema, pero está claro que las libertades y privacidad de todo el mundo se decrementa.

Los estados están muy interesados en las tecnologías de reconocimiento facial, y el que fue el primer estado multi-nacional de la historia (la Iglesia) no va a ser menos. Poder tener analítica “web” (visitas, porcentaje de rebote, ratio de conversión) de los asistentes a un lugar físico: “La tecnología que nos presentaron ayuda bastante porque tenemos que saber cuántos miembros hay en el culto, cuántas veces vienen a la iglesia, cuántas no vienen. Eso, para el mensaje de la iglesia, ayuda mucho.” 

Aparte de que me flipa Ursula K. Le Guin, el propio artículo sobre esta entrevista (que publica Alpha Decay en castellano), ya toca uno de mis temas favoritos: literatura “de verdad” vs. Ciencia Ficción/Fantasía.

Como se dice en el artículo: “¿A partir de cuántos hechos fantásticos es de género una historia? ¿A partir de cuántas referencias a una tecnología todavía fuera de nuestro alcance podemos hablar de ciencia ficción? ¿Por qué cierta ficción es fantasía y otra no lo es?.”

Interesante este tema: la presencia lingüística de tiempo futuro (o cómo está construido) en un idioma influye en el marco mental-cultural, y en cómo actuamos respecto al futuro a medio-largo plazo. Se supone que una de las consecuencias es la tendencia mediterránea a procrastinar, pero supongo que es más complejo.

Uno de los temas principales de esta recopilación es el Futuro, y qué mejor manera de hablar sobre ello que con el adelanto del próximo album de Frutería Toñi, que además se llamará “El porvenir está en las huevas”.