20221102

Con el reciente estreno de la serie basada en The Peripheral, no está de más dedicar el comienzo de esta recopilación a nuestro Santo Patrón, William Gibson. En un repaso del de lo que ha supuesto el cyberpunk como movimiento literario, en este artículo se apunta a cómo una corriente artística e innovadora ha derivado a un conjunto de retro-tópicos fabricados en serie (neones, implantes, corporaciones), apenas una caricatura de las novelas de Gibson y otros autores en los 80.

“Cyberpunk isn’t about hackers or robots or bittersweet noir futures. It’s about real people. The future they live in isn’t exactly the point. What Gibson taught us is that the context of great science fiction can be like the weather—meaning, it can shift. Sometimes cyberpunk needs a hard rain to fall, and other times, more recently, in a down-to-earth Earth rural town, all the story needs is an open sky.”

Unos de los temas comunes en novelas cyberpunk son los operativos militares  (y paramilitares) aumentados tecnológicamente. Pero la realidad de los primeros intentos de esto en el mundo real no están siendo muy satisfactorios para Microsoft.

“Soldiers testing the headsets have complained about their “mission-affecting physical impairments,” and say that wearing the goggles can cause headaches, nausea, and eyestrain (…) One testimony reported by Insider was even blunter. “The devices would have gotten us killed,” said the tester — referring to the light emitted by the goggles’ head-up display, which could alert enemy troops to the wearer’s presence.”

Otro tropo común en lo cyberpunk son las capacidades crecientes de las Inteligencias Artificiales. En el sector músical comienza a pasar lo mismo que en el mundo de la ilustración y el arte visual: varios modelos de IA entrenados con trabajo de artistas (que no han dado su consentimiento ni reciben ninguna compensación económica) son capaces de producir resultados musicales con el potencial de sustituir a artistas y productores. En el sector musical, al menos, las discográficas están mejor organizadas (aunque sea en forma de un lobby algo mafioso) y es de preveer que tengan más recursos para plantar cara a la situación.

La gran noticia de la semana, sin duda, ha sido la entrada (como elefante por cacharrería) del nuevo dueño de Twitter. Se está especulando mucho sobre si sus impetuosas decisiones de producto y modelo de negocio pueden llegar a matar a la plataforma. Pero si algo matará a Twitter, sin duda será su ineptitud como gestor de empresas y organizaciones. Creo que Musk ignora que las organizaciones las forman personas en puestos complejos, que además de realizar tareas, aportan experiencia y visión. Con el chorreo de despidos masivos, Musk puede llevar a la corporación a un punto en el que simplemente sea imposible funcionar.

“Most of us understandably think of technology platforms in abstract terms. When tech titans like Musk or his text-message friends wonder what all those employees at Twitter are doing, they are, quite foolishly, looking at a social network as if it were a basic piece of machinery. “There’s often a supposition that sites like Twitter must work like a car; maybe they need some routine maintenance every year, but under the hood they mostly just work,” Goldman, the former Twitter VP, told me. But Twitter isn’t a car; it’s a living, breathing, dynamic entity.”

Hace unas semanas un tribunal de USA condenaba a Alex Jones (propietario de la web de extrema derecha Infowars) a pagar casi 1 billón de dólares a las familias de las víctimas de la masacre de Sandy Hook, por extender teorías de la conspiración donde retrataba el tiroteo como un montaje y afirmaba que las familias de los 20 niños asesinados eran actores.

Las plataformas sociales tiene buena parte de responsabilidad en la difusión de estos bulos crueles y nocivos. En el artículo se plantea, creo que acertadamente, que además de implementar mejores mecanismos de moderación de contenidos, las soluciones pasan por hacer este tipo de conspiranoias menos rentables monetariamente.

“Jones’ net worth was estimated during the trial to be anywhere between $135 to $270 million, and much of this comes from peddling dubious supplements, survivalist gear, flouride-free toothpaste, what-have-you. The trial revealed that his company makes many tens of millions of dollars each year from selling such merchandise, and that the Sandy Hook families reached out to him in anguish many times only to be rebuffed, according to the families, because the topic was so lucrative for his sales.”

Buena parte del capital riesgo se ha vertido en hype sobrevalorado, o en empresas que no tienen un core tecnológico pero que pretendían aplicar los mismos modelos de crecimiento que las  grandes tecnológicas. En una situación de crisis, con la economía real resentida, todas estas fantasías se van descalabrando, y la fiesta del dinero barato se termina.

“En un mercado inundado de dinero barato, los inversores han bajado el listón y se han guiado por criterios en muchas ocasiones muy cuestionables. El principal es confundir proyectos de otra índole con empresas tech sólo porque tienen una aplicación o usan algoritmos en algún punto de su funcionamiento. Netflix no es una empresa de tecnología, Peloton no es una empresa de tecnología, Gorillas, GoPuff y Getir tampoco son empresas de tecnología. Por eso no van a tener los márgenes de las que realmente sí lo son y para las que, en realidad, no hay tantos modelos: SaaS (software como servicio), publicidad digital, cloud y poco más. Una compañía puede mejorar una industria, introducir eficiencia y mejorar rentabilidad con transformación tecnológica, pero va a seguir siendo logística, una empresa de bicicletas con pantallas o una productora y distribuidora audiovisual.”

Cambiando de tercio, os invito a conocer más de cerca la maravillosa historia de la persona que ha “visitado” todos los sistemas solares de la inmensa galaxia virtual construída en el juego multijugador Eve Online.

Y hablando de videojuegos, ya terminé la nueva entrega de Monkey Island. Ojo que hay spoilers en este artículo, pero estoy completamente de acuerdo con sus conclusiones. Ron Gilbert y el resto del equipo podrían haber ejecutado un fácil producto de nostalgia, pero en vez de eso han decidido usar el juego para hablar de algo más profundo: de hacernos viejos, de atesorar recuerdos, o de asumir que no hay una llave mágica que de golpe y porrazo nos revele el sentido de la vida.

Ya podemos escuchar el nuevo álbum de Polyphia, “Remember that you will die”. Un álbum que demuestra que Polyphia no son el Futuro del Rock Progresivo: son el Presente del Rock Progresivo.