20200617

La industria del desarrollo de software (sector que, para bien o para mal,  en esta recopilación conocemos intimamente ) ha sido uno de los que quizá haya sido menos afectado por la pandemia, y uno de los sectores donde es más natural la transición al trabajo en remoto. De hecho, esta transición ya venía dándose desde hace varios años, y la crisis del Covid no ha hecho más que acelerarla.

Esta transición a lo remoto tiene, desde luego, ventajas para trabajadores y empresas, pero si gigantes como Facebook o Google están apostando súbitamente por el remote-first no es únicamente por una honesta preocupación por la salud de sus empleados, sino porque un entorno remoto también permite deslocalizar puestos de trabajo hacia países con menores salarios, y desincentiva la organización colectiva de los empleados.

Como se apunta en el artículo: “I believe one of the more subtle impacts of this new way of working will be the tech workers losing some of the leverage they have over their employers. This will result in the further commodification of tech work, potentially less collective action by employees, and probably lower the salaries in the long run. Put another way, the technology industry will soon get a taste of what has been going on in other industries.”

Y de desincentivar la organización colectiva de los trabajadores, en Facebook saben un rato. Tanto que, en la presentación de ventas para Facebook Workplace (la versión de Slack de Facebook), se vende como ventaja para la empresa cliente la capacidad de censurar palabras en el chat corporativo de la empresa. La primera palabra a censurar que aparece en la presentación de ventas de Facebook, es, por supuesto, “unionize” (afiliarse a un sindicato, en español). Se puede decir más alto, pero no más claro.

Como en esta recopilación no queremos dar la impresión de ser unos neo-luditas odia-empresas (guiño guiño), también nos parece importante contar cuándo una gran empresa toma decisiones éticas acertadas. Habrá que ver las medidas concretas que adopta IBM, pero de momento, el hecho de dar un paso adelante como éste ya dice mucho.

Una interesante mirada a la situación del sector cultural,gravemente tocada tras la crisis de la pandemia, y cómo, intentando sobrevivir, quizá se va a terminar beneficiando todavía más a las plataformas que ya hiper-concentran el consumo cultural y de industrias creativas (Youtube o Netflix).

No sé si serán los mejores momentos, pero la recopilación de novelas está bastante bien (si el seleccionado de Ursula K. Le Guin es “Los Desposeídos”, esto siempre suma puntos).

Me ha dejado flipado descubrir que el Grid Compass se lanzara en una fecha tan temprana como 1982, cuando viéndolo ya es evidente que adelanta muchísimo de los portátiles que usamos actualmente. El invento costaba la friolera de 20,000 dólares (de los de entonces), lo cual explica que no llegara al gran público y se usara sobre todo en entornos como el ejército o la NASA.

Esta cover me ayudó a descubrir “Airwolf” la semana pasada. Creo que la serie no se llegó a emitir en España, pero parece una valiosa aportación a aquel género que causó furor en los 80: el delas seriescon vehículo.